jueves, 21 de marzo de 2013

Ahorro e inversión en España. Queda camino por recorrer

Problemas de déficit y estructura de entidades financieras aparte, en España tanto las familias como las empresas siguen teniendo una cultura financiera extremadamente conservadora. Dentro del abanico de instrumentos financieros existentes, más del 50% son depósitos bancarios, mientras que solo el 12% corresponde a activos más complejos, como los fondos de inversión u otros productos estructurados
 
Esta situación contrasta con países como Estados Unidos, pero también con ejemplos mucho más cercanos como Alemania, Inglaterra, Francia o Italia, en los que las familias, ahorradores e inversores no especializados establecen una estructura de sus carteras más diversificada utilizando un mayor número de productos financieros.

La situación es similar en el caso de la financiación empresarial, donde la gran mayoría de ellas nunca se había planteado financiarse en los mercados de capital (siendo la bolsa o los mercados bursátiles secundarios, los más conocidos, aunque no los únicos). Este conservadurismo estaba además incentivado porque los bancos garantizaban a las empresas toda la financiación que necesitaran. Obviamente, esta situación ha cambiado de forma radical.

Algunas de las compañías con más éxito de nuestro país, vieron claro hace ya tiempo que la financiación bancaria, pese a su relativa facilidad de disposición no era la opción a seguir y tomaron la vía de los mercados de capitales. Tal es el caso de Inditex o Grifols, cuyo tremendo éxito actual (tanto en su proyección como en la estructura financiera de sus balances)  se fundamenta en la construcción de un modelo de negocio escalable y de éxito y en su crecimiento financiado en los mercados de capitales.

No es posible generalizar si es mejor o no financiarse a través de deuda o capital, ya que la mejor estrategia de financiación de una compañía depende del tipo y cuantía de inversiones y de su estructura financiera y patrimonial actual. Sin embargo el acceso a los mercados de capitales obliga a las compañías a adoptar de forma irrenunciable praxis de transparencia, excelencia en la gestión y rigurosidad en la aplicación de recursos. Pero además hay que considerar la estructura financiera de la compañía. La deuda es infinitamente más rígida que el capital y por tanto superar una crisis de deuda supone una dificultad mucho mayor que superar una de capital. Esto en España lo sabemos bien.

En definitiva, cabe preveer a medio plazo una evolución en nuestro país en la forma en que las empresas financian sus proyectos y negocios y en la forma en la que las familias, ahorradores e inversores configuran sus recursos financieros.

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