jueves, 28 de marzo de 2013

Planificación estratégica de Sistemas de Información

Oye, pero, esto de la planificación estratégica de sistemas de información ¿Que es? La pregunta se refería al título que había puesto en mi perfil del Linkedin y me la formularon recientemente en una entrevista de trabajo. Al salir de la entrevista me propuse escribir un post sobre el concepto, modificar mi perfil en el Linkedin y concluir que el puesto al que estaba optando no era en realidad, pese a que no abundan, mi mejor opción.
 
A modo de definición breve, la planificación estratégica (en cualquier ámbito) constituye un proceso más o menos formal que debe abarcar actividades de diagnóstico, definición, formulación y presupuestación. La planificación estratégica de SI/TI implica imbricar esta, con el proceso de planificación estratégica empresarial.
 
No estamos hablando de utilizar las TI de forma que unidades de negocio en general y las actividades de la cadena de valor de la compañía en particular se realicen de forma más eficiente, más efectiva, con mejor control o con mayor calidad, sino de incorporar en la planificación estratégica de la corporación o de sus unidades estratégicas de negocio el potencial de las TI/SI.
 
En términos de nivel de madurez de planificación estratégica de SI en las organizaciones podríamos resumir tres estadios.


Aislamiento. Informática no participa en ninguna de las actividades de planificación de la estrategia empresarial. Como resultado de los planes de ejecución de las diferentes unidades funcionales, informática recibe las peticiones de las diferentes unidades. El responsable de informática asigna y planifica los recursos mediante un criterio ‘informático’. No existe un plan de sistemas formalmente definido.


Alineamiento.  Partiendo de una estrategia de negocio ya diseñada, el departamento de sistemas elabora un plan de sistemas a corto y largo plazo que permite alinear la estrategia de SI/TI con los objetivos y la estrategia empresarial. Se formaliza la confección del plan de sistemas.


Planificación conjunta. Sistemas de información participa de forma activa en la planificación de la estrategia empresarial, hasta el extremo de que la utilización de SI/TI puede modificar sustancialmente la propia estrategia de negocio.

 
En los ya lejanos tiempos que cursaba la carrera de informática en la UPC este fue uno de los conceptos que más influyeron mi pensamiento y actitud profesional. No recuerdo el nombre de la asignatura pero si uno de los libros del programa que aún conservo ‘Planificación estratégica de SI en la empresa, una fuente de ventajas competitivas’ publicado por el IESE y escrito por Rafael Andreu, Joan Ricart y Josep Valor. En la actualidad el potencial y la vigencia de dicha planificación en la actividad empresarial, es más vigente que nunca y absolutamente innegable.

 
Como conclusión, y aludiendo al concepto de equilibrio de los diferentes sistemas  de una compañía, apuntar que los SI, al ser uno de los sistemas que configuran la infraestructura (en términos de esquema de cadena de valor), conjuntamente con los sistemas de control, planificación y compensación e incentivos, cualquier modificación significativa de los mismos, debe realizarse conociendo las relaciones entre dichos sistemas, calculando el desequilibrio en los mismos que dicho cambio inducirá y previsionando que la nueva situación de equilibrio, es precisamente la que se quiere conseguir.
 
La planificación estratégica de SI/TI es una disciplina madura, existen metodologías y procesos de control formalmente establecidos e innumerables casos de éxito (y de fracaso), pero como casi todo en la vida requiere sentido común, liderazgo y trabajo en conjunto.

jueves, 21 de marzo de 2013

Ahorro e inversión en España. Queda camino por recorrer

Problemas de déficit y estructura de entidades financieras aparte, en España tanto las familias como las empresas siguen teniendo una cultura financiera extremadamente conservadora. Dentro del abanico de instrumentos financieros existentes, más del 50% son depósitos bancarios, mientras que solo el 12% corresponde a activos más complejos, como los fondos de inversión u otros productos estructurados
 
Esta situación contrasta con países como Estados Unidos, pero también con ejemplos mucho más cercanos como Alemania, Inglaterra, Francia o Italia, en los que las familias, ahorradores e inversores no especializados establecen una estructura de sus carteras más diversificada utilizando un mayor número de productos financieros.

La situación es similar en el caso de la financiación empresarial, donde la gran mayoría de ellas nunca se había planteado financiarse en los mercados de capital (siendo la bolsa o los mercados bursátiles secundarios, los más conocidos, aunque no los únicos). Este conservadurismo estaba además incentivado porque los bancos garantizaban a las empresas toda la financiación que necesitaran. Obviamente, esta situación ha cambiado de forma radical.

Algunas de las compañías con más éxito de nuestro país, vieron claro hace ya tiempo que la financiación bancaria, pese a su relativa facilidad de disposición no era la opción a seguir y tomaron la vía de los mercados de capitales. Tal es el caso de Inditex o Grifols, cuyo tremendo éxito actual (tanto en su proyección como en la estructura financiera de sus balances)  se fundamenta en la construcción de un modelo de negocio escalable y de éxito y en su crecimiento financiado en los mercados de capitales.

No es posible generalizar si es mejor o no financiarse a través de deuda o capital, ya que la mejor estrategia de financiación de una compañía depende del tipo y cuantía de inversiones y de su estructura financiera y patrimonial actual. Sin embargo el acceso a los mercados de capitales obliga a las compañías a adoptar de forma irrenunciable praxis de transparencia, excelencia en la gestión y rigurosidad en la aplicación de recursos. Pero además hay que considerar la estructura financiera de la compañía. La deuda es infinitamente más rígida que el capital y por tanto superar una crisis de deuda supone una dificultad mucho mayor que superar una de capital. Esto en España lo sabemos bien.

En definitiva, cabe preveer a medio plazo una evolución en nuestro país en la forma en que las empresas financian sus proyectos y negocios y en la forma en la que las familias, ahorradores e inversores configuran sus recursos financieros.

viernes, 1 de marzo de 2013

Productividad, el tamaño si importa

La productividad, aunque es un término menos resbaladizo que la competitividad, también tiene su peligro. A modo de introducción en contexto permitidme una definición sencilla: La productividad establece una relación entre recursos empleados (capital, esfuerzo, energía o mano de obra) y los resultados en términos de productos o servicios que se obtienen como resultado de una actividad productiva.

La productividad es importante porque según estudios de series históricas es el indicador que a largo plazo determina la prosperidad y estado de bienestar de una sociedad, mucho más que otros indicadores como el PIB, la balanza comercial o el nivel de déficit. Digamos que es un indicador que ‘juega en otra liga’. Os recomiendo consultar las reflexiones del profesor Antón Costas, catedrático de economía de la UB y reputado economista y empresario de quien provienen las ideas que expongo aquí.

Pongamos el concepto en contexto español, donde se dice que tenemos un problema de productividad. Desde el año 2000 hasta el 2011 y segmentando la actividad empresarial, en España la productividad se ha incrementado un 2% (industria) un 3% (turismo) un 0,8% (Servicios de mercado) y un -0,5% (Construcción y promoción inmobiliaria). Parece por tanto que tenemos al malo de la película…Sin embargo si tomamos en consideración la contribución de cada una de estas actividades a nuestro PIB, el sector de servicios de mercado es, con diferencia, el que más suma. Por tanto, no es correcto (o exacto) que ‘la baja productividad tiene sus bases en una economía excesivamente basada en la promoción inmobiliaria’. Esto debería ser, cuando menos, cuestionado.

Por otro lado si comparamos la productividad de nuestro tejido empresarial con el de, por ejemplo Alemania, podemos afirmar que nuestra productividad es menor. Pero si esta comparación la hacemos teniendo en cuenta el tamaño de las empresas (microempresas, PYMES, y grandes) vemos que las grandes empresas son, en realidad, tanto o más competitivas que las alemanas (Datos objetivos).

Por tanto la tesis es que más que un problema de productividad tenemos un problema de raquitismo empresarial.

Voy ya a las conclusiones. Si ponemos en un gráfico en el que el eje de abscisas el nivel de facturación y en el de ordenadas el número de empresas españolas, sale lo que esperaríamos, una curva decreciente cóncava conforme se incrementa el nivel de facturación… Con una excepción, en torno a una facturación correspondiente a los 6 millones de euros se dispara el número de empresas, para luego caer drásticamente cuando se supera este valor.

En definitiva, algo tiene nuestra legislación (y también nuestra moral y cultura empresarial) que hace que al llegar a esta cifra de negocio, el empresario se ve desincentivado por el crecimiento y prefiere o bien crear nuevas empresas o bien escindir la suya. No he investigado que sucede sobre esta cifra, pero me gustaría hacerlo. ¿Alguna Idea?